En el contexto de Colombia, superar la guerra no es solo desarmar a guerrilla, militares y paramilitares. Superar el conflicto y crear un nuevo país comienza por desmovilizarnos todos y todas, desde el lenguaje.

ESCUCHAR para generar diálogo es el primer acto revolucionario que cada persona puede hacer por sí misma para aportar a un real proceso de paz.

Entendimos que la sabiduría de las mujeres puede reescribir este país. Ya sabemos lo que fue el conflicto armado: tenemos estadísticas, sabemos de las armas, sabemos de los grupos armados, conocemos del dolor. Lo que no sabemos es lo qué pudo ser y no fue a causa de ese conflicto, lo que se quedó truncado, ahí está la memoria a ser reconstruida: en lo que pudo ser y no fue.

La creatividad estuvo durante muchos años a la orden de la guerra, a manos del terror, de la tortura de la violencia; esta es una búsqueda por entender cómo poner la creatividad al orden de la vida.

Nuestra confianza queda depositada en nuevas generaciones que tienen la responsabilidad de ser feministas. Producto del conflicto murieron los padres, murieron los hombres, murieron los jóvenes. Queda una generación de mujeres que tienen en sus manos la memoria y el futuro de este país.

Estos son espacios para repensar lo femenino a partir del reconocimiento del cuerpo como el primer territorio sagrado y también como un territorio de memoria que se moviliza. No buscamos reproducir la idea de “lo femenino”, sino construir y reescribir esa feminidad.

Cinco principios poderosos y productivos: Sensibilidad, sanación, saberes, sueños y sororidad.