En noviembre de 2020, CARE Ecuador coordinó y financió el desarrollo de una edición de Telas de Araña para atender a 102 mujeres en las ciudades de Quito, San Lorenzo, Esmeraldas e Ibarra.
En medio de la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, miles de mujeres viven con sus agresores o sus condiciones de precariedad se han agudizado. La aplicación de Telas de Araña en este contexto, es una apuesta por acompañar a esas mujeres para navegar juntas la incertidumbre que ocasiona atravesar una pandemia y para generar un espacio de contención.
Ecuador es un país receptor de gente de diversos lugares que llegan en búsqueda de una nueva oportunidad para sus familias, para mejorar su situación económica y planificar su futuro.
Las mujeres padecen, en medio del tránsito y la migración, diversas violencias: desde psicológicas, sexuales, físicas hasta la muerte; por ello es necesaria la urgente creación de redes de protección, contención y emprendimiento, que garanticen su seguridad y cuidado.
Creemos que la red de mujeres creadoras Telas de Araña sirve como respuesta a esta problemática; es la semilla de un tejido de apoyo para juntarnos entre mujeres desde el trabajo creativo.
A través de diez (10) días de acompañamiento en modalidad multi-plataforma, cada participante del proceso generó un diario de autocuidado.
Cada participante recibió un kit que contiene material de trabajo para diez días. La metodología implica la generación de contenidos cuya vigencia se prolongue más allá de los encuentros y que pueda ser utilizada por otras personas.
Parte fundamental del autocuidado es la alimentación. ¡Comer es amor, comer es compartir, comer es felicidad, comer es nutrirse, comer es vivir!
El objetivo de esta jornada de trabajo offline fue aprender a balancear las comidas que hacemos, de forma que se pueda alimentar el cuerpo para darle la energía que necesita para funcionar.
A partir de las recetas enviadas, se consolidó un recetario, el mismo que fue compartido con todas una vez finalizado el proceso.
Este recetario evidencia la diversidad de saberes presentes en el grupo de mujeres con el que trabajamos. Los mismos ingredientes son transformados de diferentes maneras, lo que corresponde a un bagaje cultural de cada una. Compartir recetas es compartir identidad.
A partir de lo vivido en los diez días de trabajo, el objetivo es sistematizar la experiencia y sacar la voz: narrar la historia de lo que fue, de lo que pudo ser y no fue porque la violencia llegó o de lo que quiero que sea.
Es un espacio para que, haciendo uso de todo “lo que se ha movido” en el proceso, se pueda hacer un registro, una creación que, al complementarse con las de otras mujeres, pueda expresar una potente denuncia.
Contamos con historias muy distintas. A partir de un proceso de edición hemos logrado construir un contenido en formato podcast que relata y da cuenta de las diversas realidades de las mujeres que fueron parte del proceso. El podcast puede ser escuchado aquí.